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viernes, 18 de junio de 2010

La mayor parte del tiempo trato de controlarme para no decir lo que siento en un momento que no sea adecuado, para no lastimar a nadie, porque sé que como ami me han lastimado, sé lo que se siente y trato de que la gente que aprecio pase por lo mismo, pero la verdad que hoy me cansé. Llegué a ese punto en el que decis - no puedo máaaas!- tenía ganas de gritarle al grupo que tenía cerca mio en el salón. Fue el peor viernes.. todo comenzó a la mañana, me levanté tarde, y no quería llegar tarde al colegio, entonces pensé en irme sin desayunar (as usual), pero recordé que me había dicho a mi misma que iba a tratar de hacer las cosas bien, y no volver a caer de nuevo, entonces me senté y tome mi vaso de leche con cereales (lo único que solía tomar en todo el día antes, para los huesos), al principio me sentí llena, pero luego comencé a sentir hambre, y no tenía una barrita de cereal porque me la había olvidado en casa, por lo cual decidí controlarme y así de la nada, volvió ami ese sentimiento de querer usarlo como pretexto para no comer en todo el día, aún sabiendo que tenía gimnasia, no me importó. La cuestión es que me sentí lo más horrible del mundo tratando de concentrarme para no llorar del dolor de estómago que tenía y gritarles en la cara lo tanto que me cuesta cambiar mis fucking hábitos alimenticios. Al principio sentía que querían que vuelva a comer "bien" solo para engordarme y sacarme del medio así de fácil, pero después me di cuenta de que era lo mejor.. tengo toda una vida por delante, llena de sueños y una flia que amo con el corazón y sé que esta enfermedad me hizo cambiar un montón más allá del aspecto físico, creo que me volví más egoista y menos demostrativa, incluiso con mis pares, aquellos que conocía de toda la vida.. pero bueno, ya me fui por las ramas, la cosa es que me la banqué, aunque sentía que me desmayaba en cualquier momento y trataba de no moverme mucho porque estaba segura que me caería, pero afortunadamente no fue así y luego cuando salia para gimnasia me a cerco y le pido algo de comida al hombre del quiosco que me conoce desde hace un montón, juro que no me voy a olvidar más de la cara de él, su mirada era un reflejo de mi desesperación y mi melancolía por no saber si estaba haciendo las cosas bien o si me equivocaba de nuevo. Me senté, comí y me sentí mejor, el color me había vuelto a la cara y se me fueron las lágrimas de los ojos. Me sentí culpable por haberlo hecho, pero después me di cuenta de que era lo mejor, siempre me pasa eso, y creo que es porque hay una parte de mi que definitivamente quiere recuperarse, y está dispuesta a pasar por lo que tenga que pasar, solo para volver a encontrar esa felicidad que alguna vez tuvo y luego perdió.

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